jueves, 30 de noviembre de 2017

Hombres y mujeres. ¿Distinción natural?

Hombres y mujeres. Varones y hembras. Seres humanos. Homo Sapiens Sapiens.
¿Creamos diferencias donde no las hay? ¿O todo esto es cuestión de la evolución?

Desde tiempos inmemorables, las supuestas "funciones" de hombres y mujeres han estado muy distinguidas y remarcadas por la sociedad.
"La mujer debe ser pasiva y débil, las mujeres están hechas para complacer al hombre", citaba Jean-Jacques Rosseau. "La virtud de las mujeres es ser bella; la de los hombres, ser noble", citaba Inmanuel Kant. "Las mujeres son la astucia de la especie para que el ser humano real, que es el hombre, se reproduzca", citaba también Arthur Schopenhauer.

Este tipo de mentalidad se propagó (y en menor medida, se siguen manteniendo) como algo natural, algo con lo que se debía convivir. Y lo cierto es que no.
Estamos hartos de escuchar comentarios del estilo: "Mujer, cuida la casa", "Eres un hombre, no llores por cosas así", "Las mujeres sois por naturaleza más débiles que los hombres", "Debes pelear como un macho que eres", etc. Ninguno de los rasgos que acabo de poner en manifiesto son naturales, pues nadie nace con tales características, sino que nos construyen así. ¿Quiénes? Algo a lo que llamamos "sociedad". ¿La naturaleza ha determinado esto? No, en absoluto. Y es que si estas afirmaciones tan arcaicas fueran ciertas, yo, mujer, sería una mutación genética, pues no tengo necesidad de ponerme coqueta para cautivar a los hombres, ni mi vida gira en torno a las labores del hogar, ni mucho menos soy una persona débil.

Desde que nacemos estamos sometidos a este tipo de prejuicios sociales que nos convierten, al menos a cierta parte de nosotros, en lo que somos hoy día. Y es aquí donde la revolución estalla, donde todo estalla. Donde la gente comienza a despertar de algo completamente ilógico y surrealista.

Y es que ni tú, hombre, debes nacer fuerte y heroico; ni tú, mujer, debes nacer frágil y dulce.

Hombres y mujeres. Varones y hembras. Seres humanos. Homo Sapiens Sapiens.
¿Nacemos, o nos construyen?



viernes, 20 de octubre de 2017

Helios, el dios Sol.




Somos sabedores de que el ser humano ha tratado siempre de buscar las respuestas antes cualquier incertidumbre. Es algo innato, algo con lo que nacemos; y cuanto más sabemos, más sed de conocimiento tenemos, claro que no siempre se vio todo tan nítido como lo vemos en la actualidad.

En las barbaries se hallaba la respuesta a estas incertidumbres en los mitos, que son relatos que se transmiten de generación en generación, y que buscan explicar el origen y el destino de una comunidad.

En estos relatos se asocian a las fuerzas de la naturaleza con Dioses, seres con habilidades sobrenaturales que dan respuesta a muchas de las preguntas planteadas por los bárbaros.
En este caso, los griegos personificaron al Sol como el dios Helios.

Helios con su carro y sus cuatro corceles.
Helios era, según la mitología griega, hijo de dos titanes, Hiperión y Tea, y hermano de Selene (diosa de la Luna) y Eos (diosa de la aurora). 
Helios era un joven apuesto que fue coronado con una areola del sol. Todos los días se paseaba de un lugar a otro en su carro fabricado por Hefesto con oro, plata y piedras preciosas, tirado por cuatro caballos que arrojaban fuego por su boca: Flegonte (o ardiente), Aetón (o resplandeciente), Pirois (o ígneo), y Éoo (o amanecer). Los nombres de estos corceles marcan el inicio y el fin del día.

Eran muchos los dioses que se beneficiaban a menudo de la sabiduría de Helios, motivo por el cual cuando Perséfone fue raptada por Hades, o cuando Afrodita engañó a su esposo con Hefesto, fueron a consultar a Helios lo que había ocurrido.

Afrodita estaba en desacuerdo con la mediación de Helios, por lo que le hizo enamorarse de Leucotoe, la princesa persa, a la que visitaba cada noche. Poco después, esto llegó a oídos del padre le la princesa a través de Clitia, que celosa de ella, decidió confesar todo. Así el padre de la joven, decidió enterrar a su hija viva, a lo que Helios trató de salvarla con sus rayos, iluminándola y rociándola con néctar. Pero el cuerpo de Leucotoe se evaporó, dejando a su ida un ramo de incienso. Clitia, ante la envidia y el amor no correspondido, se convirtió en un girasol (de ahí que esta planta siempre mire en dirección al sol). Finalmente, Helios se casó con Perse, con la que tuvo mucha descendencia.

Representación de "El Coloso de Rodas".

El dios Sol era especialmente adorado en la isla de Rodas, y en el año 226 a.C, se le dedicó una gran estatua de 40m de altura (El Coloso de Rodas) que fue considerada una de las siete maravillas del mundo Antiguo. Esta estatua cayó al mar poco tiempo después a causa de un terremoto.

Uno de los relatos más famosos sobre Helios es el de su hijo Faetón, que tras ir a visitar al dios Sol para descubrir si era su verdadero padre, se marchó con permiso en su carro, volando demasiado cerca de la superficie y quemando así la Tierra. Fue entonces cuando Zeus tuvo que intervenir y acabar con el joven.

Con relatos como este podemos afirmar que la mitología es la forma más antigua de conocimiento, y, a mi parecer, la más hermosa e interesante de todas las formas.