martes, 6 de febrero de 2018

Ciegos en un mundo de luz.

Imagen relacionadaEste texto será más personal. No sé si más, o menos interesante, pero más personal.
Las últimas clases de filosofía me han hecho darme cuenta de algo que creía tener muy interiorizado. Tanto que ni tan siquiera le daba importancia. Me he dado cuenta de lo ciegos que estamos en realidad. Lo poco que vemos o, en ocasiones, lo poco que queremos ver.
Vivimos en un bucle en el cual llevar los ojos vendados es algo rutinario, algo normal. La consistencia de cada venda varía según la persona que la lleve, eso sí. Hay quien quiere ver más allá y decide cubrirse con una fina tela; y hay quien tiene miedo del "qué pasará", y decide coger su manta y cubrirse con ella hasta que pase la tempestad.
Unos más, otros menos, pero al fin y al cabo ciegos. Ciegos en un mundo de plena luz. Irónico, ¿verdad?
Y es que si nos paramos a observar el pasado de nuestra propia historia, veremos que entre los versículos hay espacios en blanco. Espacios que en su momento no pudimos escribir por no ver con plenitud. Vacíos que podemos rellenar con suposiciones; pero entonces, ya estaríamos formando una historia basada en nuestra propia percepción. Al fin y al cabo, la vida no es más que eso. Un conjunto de percepciones que unimos a nuestro gusto y criterio, bajo la supervisión de nuestra ideología
Y es que resulta casi irónico que en una sola especie haya cabida para tal magnitud de percepciones. Porque creamos miles. Millones. Tantas que podemos encontrarlas habitualmente peleando entre sí por llevar una razón absoluta, donde no haya cabida para ninguna más. 

Y deseamos con todas nuestras fuerzas estar siempre en lo cierto. 

1 comentario:

  1. Bien. Predomina la literatura sobre el contenido filosófico... pero bien, al menos es un texto personal.
    Saludos

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